Os dejo otra crónica de esas que te hacen alucinar delante de la pantalla, por las fotos, pero sobre todo por la narración, en este caso no es mia, sino de mi amigo de aventuras Rodrigo. Ahí va espero que os guste:
Llan de Cubel no solo es un grupo asturiano de folk muy conocido que le ha dado un nuevo sonido a la música tradicional.
http://www.llandecubel.com/
Desde hace mucho tiempo, los montañeros que paseaban por los cordales costeros de Pravia y Cudillero, dirigían sus miradas al mar desde el Llan de Cubel.
http://www.montesdeasturias.com/techos_as/llan.htm
Allí nos dirigimos, el sábado 27 de septiembre, sin ruta preestablecida, Euge, Jandro, Diego (MiataXRV) y yo, tras la reunión en los sitios acostumbrados, guiados por Jandro.
La ruta pasa por Somao, un conjunto admirable de casas de indianos que parece un balcón asomado al mar Cantábrico.
Recorremos las primeras pistas, para tomar altura.
Las aldeas se suceden sobre el verde tapiz asturiano.
Tomamos un carreterilla para subir al Mirador de la Penoña.
En el Mirador de la Peñona hay un área recreativa en la que te puedes asar unas chuletas mirando al mar.
Nos reunimos en el alto para planificar la próxima etapa. A partir de aquí, nos dejaremos llevar por cualquier pista hasta nuestro objetivo.
De camino, nos encontramos con rincones muy cuidados.
Las pistas muy bien acondicionadas, con el suelo seco y bien apisonado, se suceden por bosques de eucaliptos, árbol de crecimiento rápido, que se ha extendido por estas empinadas laderas, protegido de las heladas por la cercanía del mar.
Pasamos por collados y cresterías:
y por laderas interminables:
Hasta llegar a las cumbres:
Estas brañas de Salas, Valdés y Cudillero, en las que los vaqueiros de alzada asentaban su ganado los meses de invierno, son para mí territorios mágicos de antaño.
En estas brañas, en las tardes oscuras del invierno, al salir de la escuela, los más mayores me contaron las leyendas del cuélebre, de la piedra de la filadoira, y me hablaron del tesoro de los lagos de Somiedo, donde llevaban a pastar su ganado en verano.
En estas brañas compartí el orgullo de los vaqueiros, que contaban cómo sus antepasados arrancaron en la iglesia de San Martín de Luiña la viga de madera que con estas palabras les negaba el paso en lo sagrado: “Non pasen de aquí los vaqueirosâ€.
Y con los vaqueiros fui, también orgulloso a caballo, arreando ganado a las ferias de Castañedo y de Mallecina.
Pero hoy, el limpio cielo de estas brañas lo sobrevuelan malos presagios:
No son los buitres, integrados en la pirámide ecológica de la naturaleza, los que las amenazan.
Sino las grandes hileras de molinos de viento que, recientemente instalados, coronan su paisaje.
El territorio mágico de estas brañas vaqueiras lo han ganado para sí las industrias eólicas con el fin de engrosar sus cuentas de resultados, con el beneplácito de todos para frenar el efecto invernadero.
Muy pocas cumbres se han librado de la invasión de las eólicas.
Las industrias no descansan los fines de semana para lograr sus objetivos.
Pero en las últimas brañas aún quedan restos de aprovechamiento ganadero tradicional, tal como yo lo conocí.
Y los últimos vaqueiros, tan orgullosos como antaño, siguen arreando su ganado por estas cumbres.
Hasta que las nuevas formas del progreso industrial y ecológico les cierren el paso
Ojalá que el progreso no los trate como a la coruxa, crucificada entre los alambres de espino que se interpusieron en su vuelo.
Y que los vaqueiros de alzada continúen arreando su ganado por las mágicas cumbres del Llan de cubel, mirando al mar y contando historias, tan orgullosos de su pasado como antaño.
Unas fotos mas:
En esta, vemos a Rodrigo, poniendo los cuernos a su DR con una Honda.
Vista de la isla de Deva, el Playón de Bayas, San Juan de la Arena y parte de la pista del aeropuerto de Ranón.
Rodrigo, dándonos clases de Geografía e Historia, que buena falta nos hacen, al menos a mí.
A esta cumbre, subieron todos menos yo, que ya no estoi pa esos trotes.
Esta es una de las lamentables consecuencias de las alambres de espino.
Nuestro cronísta, haciendo cumbre.
Observando el paisaje, rodeados de molinos de viento.
Hasta aquí todo perfecto, pero en esta cuesta dos motos se negaron a subir, y las otras dos lo hicieron cien metros mas allá.
Bueno, creo que pasamos todos una mañana preciosa.